Furia del subte
Como dije en mi primer entrada lo que más me exaspera del microcentro por lo general es la llegada: subte. Mis crónicas sobre esta tecnología en particular van a ser frecuentes, Ya que son frecuentes mis enojos en él.
Para quien no tuvo el “privilegio” de darse una vueltita en estas hermosas máquinas, aquí va mi breve relato.
Imagínense un día hermoso… de esos en los que una se levanta cantando algún tema de Fito Paez: “arriba todos es un día de sol…”, te tomas unos mates calentitos en su punto justo, con unas tostaditas apenas doraditas, con la manteca derritiéndose encima de ellas y una mermelada de frambuesa casera bien cremosa : 0% gelatina y conservantes extraños. Te bañas con el agua caliente y agradable, no falta ni shampoo ni crema enjuague, hay jabón de glicerina neutro y esponja vegetal. Te secas el pelo y como no hay mucha humedad queda en el lugar que vos lo peinas, cosa muy extraña con la humedad de Buenos Aires. Te vestís y llamativamente te entra toda la ropa! Y te queda excelente! (cosa que tampoco pasa muy a menudo).
Y pasa lo temido: hay que salir de casa. Ya advertimos que hay un mundo no muy amistoso alla afuera, nos dimos cuenta por esos bocinazos molestos que propina la gente en su apuro mañanero… pero lo ignoro, están lejanos para mi, mientras estoy en casa solo hay un día hermoso y mate calentito. Pero es hora de salir, salir como un bebe del útero materno, salir a la realidad de automovilistas inescrupulosos, gente que nutre sus pulmones de humo de cigarrillo e inundan a quienes lo circundan. Un mundo de límites difusos, y de poco respeto a los otros.
En fin… respirar hondo y salir!. Buen día Marta! (la encargada del edificio). Unos pasitos más y a la calle. Hoy me toca tomar colectivo al subte, a veces me alcanzan hasta ahí. Voy a la parada, me pongo en un costadito, no exactamente en el palo que indica la línea del colectivo, sino un poquito más atrás. Por ahora no hay nadie esperando. Empiezan a llegar las primeras personas, se ponen más cerca del cartelito. Y se empiezan a acumular. Ya son como 10 esperando el colectivo. Y yo en un costadito, pero me vieron, por más que ignoren mi presencia. Y llega el bendito colectivo, lleno a más no poder, y empiezan a subir las 10 personas, y yo quedo última (por más que fui la primera en llegar), y nadie me deja pasar, ni siquiera los muchachos.
Estoy aproximadamente a 15 cuadras del subte, que en realidad es poco, pero ir caminando también es otra odisea, y cuando tenés los minutos contados no es la mejor opción. Así que subo al colectivo, y me empiezo a acomodar en un rinconcito. Enciendo el “walkman” del celular y pongo Black Eyed Peace, para ponerle un poco de energía al día que ya se empezó a desgastar con el choque de la realidad.
Llegamos al subte: estación juramento de la línea D. Bajo por la escalera mecánica (luego de que pasan los ultra-apurados de siempre), paso mi tarjetita del subte por el lector y entro nomás. Me quieren ofrecer un diario: la razón, el cual no siempre tomo, ya que me molesta ver tantas mentiras desde tan temprano. Vah, aunque no siempre son mentiras, son manipulaciones de la información, un mismo hecho expresado de maneras distintas puede parecer como dos cosas distintas. Creo que hay manipulación y ocultamiento de hechos, lo que hace que algo se transforme en una “falta a la verdad”.
Por lo visto hay mucha gente esperando el subterráneo. Me coloco al lado de una señorita de tacos super maquillada, toda muñequita, con la cartera Prüne que usan las chicas de oficina, toda combinadita, una inversión de tiempo y dinero que para mi no reditúa beneficios.
Subo, subimos todos… como es la estación juramento, la gente no se pelea tanto por un asiento como si lo hacen en las estaciones cabecera. Pero igual hay roces, será el orgullo por ver quien entra primero?, estamos compitiendo?.
Subo y todavía no somos vacas yendo al matadero, pero en breves estaciones lo seremos. Y unas estaciones más tarde ya lo somos. Somos una masa humana con olor desagradable. Lo que no entiendo es porque algunas son muñequitas perfumadas y otros ni se cepillan los dientes, es la diversidad humana. El termómetro del subte esta alto. A proteger las carteras, a protegerse de las apoyadas!. A proteger los oídos de las boludeces que dice la gente. A protegerse del poco respeto que le tienen a una.
A protegerse de convertirse en lo mismo que ellos, de los cuales nos protegemos…
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